La papa está en el grupo de los tubérculos, es originaria de América y su altiplano andino. Hay muchas variedades, entre puras e injertas hay más de 200 especies. Es uno de los productos arquetípicos dentro de la concepción agrícola, y fundamental en la dieta latinoamericana. Pero no solo está presente en la tradición alimenticia de varios pueblos antiguos de nuestro continente, sino que también se ha visto a la papa como parte de una figura mitificada en la tradición oral.
Galeano escribe, en Memorias del fuego, esto acerca de la papa:
EL ORIGEN DE LA PAPA
“Un cacique de la isla de Chiloéquería hacer el amor como los dioses. Cuando las parejas de dioses se abrazaban, temblaba la tierra y se desataban los maremotos. Eso se sabía, pero nadie los había visto. Dispuesto a sorprenderlos, el cacique nadó hasta la isla próxima. Solamente alcanzó a ver a un lagarto gigante, con la boca bien abierta y llena de espuma y una lengua desmesurada que desprendía fuego por la punta. Los dioses hundieron al indiscreto bajo tierra y lo condenaron a ser comido por los demás. En castigo de su curiosidad le cubrieron el cuerpo de ojos ciegos “
Es un pecaminoso fruto de la tierra, y su sabor solo puede ir de la mano con su origen mitológico. Nuestros agricultores producen mucho este tubérculo, para esto ellos necesitan de 800 a 1200mm de precipitación y una temperatura de unos 10° C. Sus suelos, franco-arcillosos, deben tener un Ph de 5 a 6 y deben ser ricos en materia orgánica y estar bien aireados.
El suelo que nos dará este fruto es bastante celoso, su preparación es un ritual alrededor de la que incluso giran supersticiones, o tradiciones arcaicas, por ejemplo se dice que no se debe sembrar después de haber comido huevo, pues las papas crecerán ciegas. Tampoco se debe sembrar cerca de alguien que esté de luto. Al suelo se lo prepara minuciosamente, se hacen profundas excavaciones sobre las que se pasa la pala en la tierra suelta una y otra vez para que se oxigene. Luego se desinfecta la tierra y se siembran en pequeños grupos de 4 a 5 semillitas por hueco.
Si se va a sembrar en invierno es recomendable hacerlo en noviembre, en verano es mejor hacerlo de mayo a julio. La altura es de 2800 a 3000 m, pues es un fruto de la sierra. Los surcos deben distanciarse en un poco más de un metro de cada uno y a unos 30 cm. entre golpe, es decir, entre los huecos del surco en donde se ponen las semillas, que deben estar enterradas a unos 8 cm. de profundidad.
Para una hectárea se utilizan más o menos de 22 a 30 quintales de semilla, la cual se fertiliza con urea aplicada después de un mes de haber sembrado. Se cosechan cuidando de no dañar al tubérculo con la pala.
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